19 de abril de 2006

y de que me sirve

y de qué me sirve

si siempre dejo pasar ese tren
si nunca veo las cosas cuando vienen
si nunca pienso en positivo
si nunca entiendo lo que debiera
si nunca digo la verdad
si mi vida es un caos desde fuera

y muchas veces desde dentro

si todo lo que me rodea es desorden
si no junto, sino mezclo
si no coordino
si no me baso en nada para escribir esto
si ni siquiera lo escribo yo
sino mi otro yo

que desde fuera

cree que nunca conseguiré nada
cree que siempre estaré frio
cree que no necesito nada más
cree que ya no creo en nada
ni en nadie.

mis pies tristes

los odios macilentos
no necesitan siquiera existir
pero ahi los tenemos
extraños
recatados
hambrientos
para venir a por mi.

los monarcas nocturnos
nos enredan en sus patas.

calientes, callados,
apartados de la nada.

los odios engreidos
ni siquiera permanecen
oscuros, distantes,
cansados
de huir,
mis pies tristes.

17 de abril de 2006

Quiero saber más de ti...

1. Color favorito.
2. El tema que más has bailoteado.
3. Disney o Warner.
4. Tu mejor cualidad con tus amigos.
5. El último libro que has leído.
6. La última persona que te decepcionó.
7. El momento cumbre de tu vida.
8. Peluches o bombones.
9. Algo de lo que siempre te arrepientes.
10. Pepsi o Coca-Cola.
11. Organizaciones a las que perteneces o has pertenecido.
12. Lo que más te gusta en el sexo.
13. Dulce o salado.
14. Transporte público o privado.
15. Tu destino ideal un fin de semana.
16. Describe en tres palabras a tu padre.
17. Lo decisivo para enamorarte de alguien.
18. ¿Fumas o has fumado?
19. Perro o gato.
20. Para ti Tximo es...

Para muestra un botón, seré el primero en responder en los comentarios.

15 de abril de 2006

El precio de mi vida - Parte 5

Sara, la reaparecida chica de rojo y negro y yo, acabamos viviendo en un hotel de la vieja ciudad durante varios dias.

Parecía dificil contactar con nuestros superiores, sobre todo porque normalmente eran ellos los que se ponían en contacto con nosotros y esta vez la desorganización del desmantelamiento de la oculta oficina que era nuestra sede, en el viejo laboratorio, no nos permitía el contacto personal con nadie. No sabíamos dónde se encontraban.

Era dos de junio, mi teléfono recibió al fin una llamada. No era la forma de recibir instrucciones habitual, dada la escasa seguridad que entrañaba, pero era Oliver, mi directo coordinador. Sólo me dijo que me dirigiera a la salida del metro de siempre.
No me hacían falta más datos, si una cosa teníamos acordada eran nuestros lugares estratégicos.

Salí acompañado de mi Taser X26 en dirección al metro que estaba en el norte del polígono olímpico.

La ciudad olímpica se había construido hacía unos doce años, cuando la ciudad había sido candidata para celebrar los juegos de verano. Después de ser desclasificada y en espera de ser objetivo de nuevo de la mirada de los organizadores, había quedado a medio terminar y sus calles eran poco transitadas.

Hacía calor. El verano había entrado de pleno y las ciudades continentales no lo soporaban de forma transitoria. Todo olía a asfalto caliente.

Desde dentro del coche me quedé observando la salida del metro esperando una segunda llamada o cualquier otra forma de contacto. No había movimiento. Apenas un par de autobuses pasaron, los que comunicaban el centro de la ciudad con la periferia más cercana, una zona residencial de nueva construcción.

Un coche con lunas tintadas se aproximaba con poca velocidad. Yo personalmente había visto a Oliver en dos ocasiones. La primera el día en que Mazinger nos reunió para ordenar nuestros intereses, la segunda el día que mataron a Rodriguez, en el funeral que se celebró en un pais extraño.

Mazinger era nuestro jefe, el que siempre se ocultaba, por razones obvias, detrás de ese nombre, detrás de humo, detrás de un espejo, detrás de una voz distorsionada.

Detrás del coche un segundo vehículo llegaba a toda velocidad. Lo rebasó, bajó la ventanilla y un arma de gran calibre se dejó ver apuntando el supuesto coche de mi coordinador. Yo estaba a escasos 200 metros para poder ver la escena. De un volantazo y un rápido movimiento acelerador, el primer vehículo salió como alma que lleva el diablo perdiéndose en la jauría de calles desoladas. El segundo dio la vuelta, y en la carrera tras el primero, que me constaba que ya debía estar a dos manzanas, la cara del ocupante quedó reflejada frente a mí.

No era posible.

No iba a seguirles. Tenía órdenes estrictas de no hacerlo en estas situaciones.

Regresé al hotel extrañado de lo que acababa de ver. Algo debía haber salido mal en la organización de nuestro encuentro. Lo más posible era que Sara pudiera darme alguna pista sobre ello, ya que era buena conocedora del ocupante armado del segundo vehículo.

Pero al entrar en la habitación me di cuenta de que Sara no iba a contarme mucho sobre el tema. Un gran charco de sangre estaba en medio de la habitación, manchando el suelo. Marcas de una mano ensangrentada y desvalida de fuerza se podían ver en las sábanas. La blusa blanca con la que estaba vestida por la mañana y con la que la despedí estaba rasgada encima de aquel charco de horror.
Di media vuelta y salí corriendo, en busca de una respuesta que fuera definitiva para todas mis preguntas.

14 de abril de 2006

El vasco quiere un juguete

...el vasco busca un juguete
para no jugar solo

jostailu bat

el vasco quiere tenerlo

jostagarri

el vasco necesita el juguete

el vasco llora si no lo tiene
y patalea y se cabrea

ea ea el juguete para el vasco
tiene que ser un juguete bonito

no vale cualquier cosa
o el vasco lo rechazará

ay ene

ea ea el vasco no tiene el juguete
y él quiere tenerlo

el vasco busca
pero no tiene

¿quien tendrá el juguete
que busca el vasco?

ea ea ea ene potxolo ea ea...

SuperDavid

David no era David sino SuperDavid.

Estaba en un callejón oscuro y en una de las azoteas estaba otro superhéroe que se creía mas malo que él, con su mentor, discutiendo de cual de ellos era más malo.

En el andamio en el que estaban las latas de pintura que habían dejado los pintores que trabajaban en la fachada no debajan moverse con soltura, pero para eso él usaba sus saltos especiales que le permitian escapar de los golpes del otro superhéroe y no caer sobre las latas o dar un traspiés.

Mientras peleaban sus superpoderes estaban activos, esperando el mejor momento para ayudar alguien que estuviera en problemas.

Esto, a simple vista, podria parecer que fuera una buena accion, pero lo que los dos malos superhéroes buscaban era el reconocimiento social con estos actos para luego poder hacer maldades a sus anchas.

SuperMariano encontró una señal no muy lejana. Era un grito. Con dos pasos y un pequeño salto empezó su vuelo hasta el lugar.

12 de abril de 2006

Mi perro me ha mordido

Mi perro me ha mordido
y yo sólo le daba de comer.

Mi amigo se ha distanciado
y yo sólo le cuidaba.

Mi amor se ha acabado
y yo sólo quería mantenerlo.

Mi casa se ha caído
porque sólo cuidé sus paredes.

Mis padres han muerto
aunque sólo siguen vivos.

Mis noches siguen vivas
aunque sólo me aprovecho de ellas.

Mi perro me ha mordido
y yó sólo quería cuidarlo.

11 de abril de 2006

Nacho

Nacho se lo llevaba de viaje, le ayudaba con las compras, le regalaba bombones.
Nacho le llevaba al cine, le animaba en los ratos tristes, jugaba con su gato.
Nacho le escribía poemas, le cantaba canciones, le dibujaba angelitos.
Nacho cocinaba para él, le adoraba en la cama, le preparaba la comida del trabajo.
Nacho le llamaba para hablar todas las noches, le acariciaba con su voz.
Nacho le escuchaba, le preparaba la cama cuando dormia con él, le acariciaba.
Nacho le ponia el desayuno por la mañana, le llevaba al teatro, le leía cuentos.
Nacho compraba para los dos, le recordaba las fechas, le hacía el amor.
Pero Nacho no le amaba.

Mermelada de coches- Parte 2

Con mi ropa de niño bien gasteiztarra, mis pobres conocimientos de la lengua inglesa y mis ganas de comerme el mundo, empecé a recorrer la ciudad en busca de un empleo.

Todas las puertas estaban cerradas, llegúe a pedir trabajo hasta en la cafetería de un centro de jardinería. Quién me iba a decir que pasaría por aquel centro mis tardes tiempo después.

No veía otra opción que la hostelería. Yo ya en Vitoria había trabajado de camarero extra en restaurantes, para la bbc, es decir, bodas bautizos y comuniones.

El tercer día que iba, fue un día que desayuné con Jam. Me presentó a una de sus amigas, la dueña del coffee shop, una mujer muy simpática que estaba al menos tan loca como mi amiga. Luego, con calma, me acompañó hasta ELT, una escuela de inglés para pijos europeos en pleno Clapham, donde me hicieron una pequeña prueba de acceso (es lo bueno de ir con ua profesora a hablar directamente con la directora de un centro) y quedé admitido para el segundo curso.
Segundo curso ¡dios mio! ¿Para esto me habia servido mi sobresaliente en inglés de COU?. En fin, al menos ya era alumno de English Language Training.
La escuela, siempre sin ánimo de lucro o al menos sin ánimo de que nos enteráramos de que era con ánimo de lucro, organizaba a los alumnos que venían con una mano delante y otra detrás y les buscaban una habitación dentro del seno de una familia inglesa.

A pesar de que Jam lo veía pronto, era hora de que yo emigrara. Me asignaron una familia llamada los Broken, (sé que suena a coña pero ese era su apellido), que vivían cerca de The Avenue, al lado oeste de Claphan Common.

En las dos semanas que viví allí solo hablaba con mi compañero japonés que estaba desquiciado, sólo comía arroz y sobrevivía metido en la habitación. Los Broken no solían estar en casa, ni sus dos hijos que estaban para untar pan, de unos 21 y 24 años.

Mi primera compra fue en un ASDA, unos supermercados donde todo parecía de plastilina. La fruta brillaba como si la acabara de poner la bruja de blancanieves en la estantería. Y así sabía todo: a plástico.
Páatanos de plástico, pizzas de plástico. ¡¡No podía ser verdad!! Era el sabor de la comida en United Kingdom.

Tenía escuela de inglés y casa en una sola mañana. Jam era mi estrella. Tenía que aprovecharla. comimos en un fish&chips cerca del parque de clapham y nos dirijimos hacia Sloane Square. De nuevo entré en cada uno de los lugares de la Old Fashioned King's Road, donde llegúe, en el número 77 a uno de los restaurantes más caros de Londres. Benihana.

Mi inexperiencia en comida japonesa poco servía. Buscaban un ayudante de camarero. Un limpiador de Teppanyaki, la plancha sobre la que se cocina la comida delante de los clientes. Y allí empecé a trabajar. Necesitaba dinero y poco me importaba quemarme las manos en aquellas planchas al rojo vivo. Estaba aprendiendo, estaba empezando. Tenía que ser así.

Mi vida para ti (canción)

Caricias que se apagan,
tu boca cerrada ya,
tu pelo en mi almohada,
ya no hay mas...

La noche hipotecada
la tengo que aguantar
sin saber porque tú tienes
esa frialdad...

Tú has decidido mi muerte
y yo he elegido la vida.
Porque mi vida
era para ti
toda para ti.
No habia nada en el mundo
si no estabas tú
mi mundo eras tú
mi vida eras tú.

Canciones que no suenan
en tocadiscos muertos ya.
La cena que se enfría...
no vendrás.

Amigos que preguntan
preguntas que se van,
respuestas que no encuentro
ni las habrá.

Tú has elegido mi muerte
y yo he decidido mi vida.

Porque mi vida
era para ti
toda para ti.
No habia nada en el mundo
si no estabas tú
mi mundo eras tú
mi vida eras tú.


Esperando que regreses
mi perro se ha dormido ya.
Sabemos que ya nunca
llamarás.

Mi mirada se pierde
prefiero que si no estás.
Di tanto por nosotros...
¿llamarás?

Tú has decidido mi vida
y yo ahora decido la tuya.
Porque mi vida
era para ti
toda para ti.
No habia nada en el mundo
si no estabas tú
mi mundo eras tú
mi vida eras tú.

Todo para ti
mi mundo eras tú
todo en este mundo
era para ti.

todo para ti; mi mundo eras tú
todo en este mundo era para ti.

(Compuesta para Omis. Espero que tengas mucha suerte en tu carrera.)

9 de abril de 2006

Cobijo (Canción)

Dame cobijo en tu nido
y yo te lo reparo.
Dame calor con tus alas
y yo te amparo.
Con sólo tu mirada
me alimentas cada día.
Dame la ilusión de verte
y serás mi vida.

Tendrás mis sueños, mis risas, mis despertares
tendrás mis ansias, mi sexo, mi ánimo
tendrás mi día, mis palabras, mi calma
en todos los lugares.

Dame cobijo en tu nido
y yo te lo reparo.
Dame calor con tus alas
y yo te amparo.
Con sólo tu mirada
me alimentas cada día.
Dame la ilusión de verte
y tendrás mi vida.

Tendrás mis manos, mi boca, mi aliento
tendrás mi sonrisa cada mañana
tendrás mi noche, mi necesidad, mi todo.
Serás mi viento.

Dame cobijo en tu nido
y yo te lo reparo.
Dame calor con tus alas
y yo te amparo.
Con sólo tu mirada
me alimentas cada día.
Dame la ilusión de tenerte
y tendrás mi vida.
Tendrás mi vida.
Cobijo pido
y tendrás mi vida.

Lalalara
Tú,
tendrás mi vida.

5 de abril de 2006

La salida

¿hacia dónde nos llevará la salida?
los pastos nos guían.
Déjame que me crea que me guían en mi camino.
¿hacia dónde camino?
el pasto es incierto.

Mermelada de coches- Parte 1


Si buscas la palabra Jam en cualquier traductor inglés-español de la red, la respuesta mas usual es: mermelada.
Pero existen otras Jams.

Mi decimooctavo cumpleaños había sido 4 días antes. Aquel 5 de agosto era el primer año que pasaba las fiestas de La Blanca trabajando, y además hasta muy tarde.
Estaba cansado de vivir en casa, de las malas maneras de mi padre, de la rutina de aquella ciudad tan pequeña como un pueblo donde todos nos conocíamos, de no lograr acabar mis estudios. Los pequeños grandes motivos que me impulsaban a evolucionar en otra parte del mundo cada vez eran mas grandes pequeños motivos. Eso y una bola del mundo que había en los grandes almacenes del centro, hicieron el resto.

La hice rodar y sin mucho conocimiento paré la esfera terraquea con el dedo índice sobre Inglaterra. Podría haber sido Japón, o Turquía, o Canadá, o incluso podía haber puesto el dedo encima del océano, con lo que hubiera tenido que repetir la tirada. Pero el destino estaba claro; me iba a Londres.

Con cincuenta mil pesetas en el bolsillo y una pequeña maleta me puse rumbo a Bilbao, donde el avión partía hasta Heathdrow. Había pasado casi un mes desde que lo decidí, y este era el paso definitivo.

Había tenido poco tiempo para pensarlo, pero el tiempo justo para
comprar el billete el día 1 de septiembre, decirle a mi gente que me íba (debía ser el día 3, dos días antes de partir), hacer la improvisada maleta y despedirme de Vitoria.

Al poner el primer pie en aquel microbus con destino Sondika, sabía que empezaba una nueva vida. Una nueva forma de ver las cosas. Miré hacia atrás para despedir a mi madre y al chico con el que había compartido mis últimos meses y les vi llorar como si todo hubiera acabado. Al rato, mi despertador sonaba en la maleta. Nos acompañó todo el viaje sonando. Nunca se me olvidará ese detalle porque tenía una carga emotiva muy importante: era el momento de mi despertar.
---
La primera vez que escuché la frase Please, mind the gap, no sabía ni qué quería decir mind ni mucho menos gap. Esquiusmi espanis me don andestan era lo más evolucionado en mi dialéctica inglesa a mi llegada a la gran ciudad.

La conexión del metro desde el aeropuerto al centro de Londres me dejó en alguna calle por la que acabé dando vueltas hasta que la amiga de mi hermana me vino a recoger.

Me había puesto en contacto con ella, que en realidad era más amiga del exmarido de mi hermana que de ella y yo ni siquiera la había visto en foto, hacía unos días. Iba a ser el enlace en aquel país extraño, mi nexo con algo conocido: mi familia.

Pasé todo el día en un estudio fotográfico en la parte más oscura de los barrios viejos. Luces, fogonazos. Estaba aturdido. No entendía nada. Y al rato vino la madre para llevarme a su casa a dormir. Me acojían ese día; yo pensaba que debían un favor a mi hermana. Era tan inocente…

La madre era mi receptora última. Yo, como estaba en la innopia, tardé dos días en darme cuenta de ello. Ella me decía que me podia quedar en el sofá todo el tiempo que quisiera pero claro, yo necesitaba buscarme las alubias para poder seguir en Inglaterra más tiempo. Cualquier cosa acababa dando un bocado enorme a mi pequeña cartera, en la que las pesetas estaban muy escondidas.

La primera noche fuera de mi habitat el gato de Jam se comió el bocadillo de jamón que me había preparado mi madre.
La segunda noche me planteé por dónde empezar.
La tercera noche ya había empezado.

Jam era la madre de la amiga de mi hermana. ¿Cómo la podría describir? Era una mujer de una edad indefinida, de las típicas que sabes que calcules la edad que calcules vas a equivocarte por mucho pero no sabes si hacia arriba o hacia abajo.
Conmigo hablaba un castellano que tenía casi olvidado por el paso de los años. Yo juraría que tenía ascendente hispano. Sus facciones lo decían. Algún día me dijo de donde venía, me contó dónde nació, me contó donde estudió, pero yo debía estar muy ocupado en otros asuntos y no la escuché.

Así que sólo me queda sacar de mi imaginación todos los datos que me faltan.


El segundo día me llevó a desayunar fuera. El del día anterior, a base de Marmite y English Breakfast Tea me dejó un agujero en el estómago.

Así tuve la posibilidad de empezar a tener digestiones de las de verdad y estar preparado para la maravillora gastronomía inglesa.

4 de abril de 2006

Sandías con sandías, melones con melones.


Noche estrellada.
Luna de caramelo.

Amaneceres limpios,
aire de terciopelo.

Tu cama es mi piel.
Mi pecho,
tu almohada.


Sandías, melones.
Amor a raudales.
Encuentras los frutos
en todos los lugares.

Mar azul,
montañas verdes.
Cielo de puntos distantes
tan cercanos.

Cama con tul,
aire, enseres,
puntos candentes,
en la noche. Adagios.

Sandías, melones.
Amor a raudales.
Encuentras los frutos
en todos los sitios.

Esencia de parra aun nueva
retoños de rosas
pendientes.
Sal y azucar en el almendro.
Y te extraño.

Amor fresco y lozano.
Tu mano en mi mano,
tinto de verano.

3 de abril de 2006

Bandera Blanca

Tengo una bandera blanca en mi mano
pero nadie me ha visto.

Tengo las piernas temblando.

Quiero que se vea bien alta y me subo a un cerro.

Nadie me mira. El fuego se cruza a mi lado.

Ondeo la tela blanca, en busca de paz.
Perdido encuentro a un perro
al que han acribillado
y no puede casi andar.

Se queda a mi vera para sentir calor.

Sus ojos me miran. Sentimos lo mismo. Temor.

Le abrazo y me lleno de sangre.

Él no ha sido culpable de nada.

No, no es justo.
Me sonrie y me pasa la lengua.
Y muere en mis brazos. Resbala.

El fuego ya mengua
y se calla.
Pero yo estoy herido. En el alma.
Por fin, ha llegado, esta tregua.
Bandera Blanca.