25 de mayo de 2009

La góndola

Nunca me he preguntado cómo sería posible que te llevaran las góndolas, o lo cómodo de ir en ellas hasta tu casa, o ir a comprar el pan subido en una de ellas.

Lo que sí me he preguntado es cómo te llegas a acostumbrar a ellas.

 Hasta hace unos años en los sitios que ni siquiera llegaba el agua corriente, ir a por agua a la fuente era el modo de vida, y pocas veces cuestionada si hubiera otra forma de sobrellevar esa carga.

Todavía donde se vive de otras maneras, esas cuestiones sobran, parece que te acostumbras a esa forma de vida y tampoco necesitas pensar en una mejora.

Una mejora que no piensas, ese es el gran dilema en el que sí pienso.

¿Es mejor vivir como siempre, dejando que cada vez que salga de casa necesite esa góndola, o necesito, por el contrario, vivir en un lugar donde pueda llegar a todos los lados a pie?

¿mejor malo conocido que bueno por conocer?

Yo no quiero dejar de usar la góndola, pero tampoco quiero depender de ella.

Ya, creo que me acostumbré.

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