14 de enero de 2006

Noche Lluviosa


La luna estaba en cuarto menguante. El fin de año se aproximaba y tenía que darme prisa si no quería perder el tren. Tenía que ir al sur.
Con las prisas olvidé el regalo para mis primos y la maleta se resistía a cerrar en el último momento, pero la arrastré como pude hasta la estación de tren golpeando a mi paso los adoquines de la calle.
La baja temperatura me hacía abrigarme con mi chaqueta de pana todo lo que podía, que no era mucho debido a la necesidad de sostener la carga.
Las puertas se abrieron y subí al tren. Mi destino era el sur.

Me acomodé en la litera y decidí descansar un rato, hasta que pasara el revisor a recoger el billete. Sólo conseguí necesitar levantarme y lo hice unos momentos después de que el amasijo de hierros arrancara.
Dirigiéndome hacia la cafetería me encontré con su mirada.
No tenía nada de especial. Pero su brillo me llamaba.
Su boca, angelical y deseando estar junto a la mía me susurró algo. No pude comprender qué.
-Si, voy hacia el sur- dije, sin saber a qué estaba contestando.

Su mano, cálida y tierna, acarició el perfil de mi rostro. Miró hacia ambos lados comprobando que nadie estaba en el pasillo a la vez que nosotros y con un movimiento sigiloso acercó lentamente sus labios a los míos. Un simple roce y salió corriendo hacia el final del tren.

Yo, logré como pude llegar hasta el vagón cafetería. Tomé algo que no recuerdo y me fui de nuevo al compartimento que sólo estaba ocupado por mí.



Fuera llovía. El tren cortaba las gotas a su rápido paso camino hacia el sur. Los pequeños restos de nube que caían por los cristales formaban surcos.

No logré dormirme pensando en el beso de aquel azafato. Me levanté de la litera donde estaba postrado y fui en su busca. Hasta el final del tren.

No lo hallé.

Con mis nervios a flor de piel abusé de mí en aquella litera. Así logre dormir unos minutos.

Cuando desperté fue porque algo me sobresaltó. La puerta acababa de cerrarse. Una nota sobre la otra litera, vacía, decía:

Tu camino es el sur. Siempre hacia el sur.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bonita historia.
A veces no hay que dejar pasar el tren, pero yo en una ocasion me alegre de no haberme subido a un tren, hubiera sido un completo error.
Mi camino es al Este.