8 de febrero de 2006

El precio de mi vida - Parte 3


Me llevaron a una nave industrial en una furgoneta gris bastante moderna para la pinta de aquellos tipos. Una vez dentro me dejaron acomodarme donde yo quisiera, me ofrecieron bebidas de todo tipo, incluidas las más alcohólicas que se podían hallar en la ciudad, y un bocadillo de algo que sabía horroroso pero que deglutí con avidez.

-Tendrás que esperar al jefe- me dijo uno de los matones, el alto y con pantalones caídos.

La estancia estaba separada en varias habitaciones, pero seguía permaneciendo diáfana. Sólo unos palés por aquí, un coche por allá, unos cristales por el otro lado y unas cajas por el fondo dividía la nave en zonas.

Sin duda la banda hacía su vida allí, al menos una vida de día, ya que no vi zona donde dormir; sí donde descansar, un lugar tras unas cajas donde había un par de chicas liándose unos porros.

Me moví a mi antojo, y pude ver que nadie me miraba, sólo cuando estaba demasiado cerca. Limpié mis manos de la mezcla grasienta que salía del interior del bocadillo en alguna parte y pensé en el lugar más apropiado para poder escapar. Bueno, más bien, salir de allí, ya que nada me retenía, o eso creía yo.

Una chica llorosa vino hacia mí. Me miró y volvió a irse por donde había venido. Aquello era una situación demasiado inverosímil para parecerme cierta. Decidí irme.

Fui andando hacia la entrada. No había nadie en el exterior, miré hacia atrás y nadie me miraba, como había sospechado. En el exterior varias camionetas tenían las llaves puestas. Cogí una de ellas y me fui en busca de una carretera, sin saber siquiera el lugar del mundo donde me encontraba.

Pronto lo averigüé. Estaba en mi ciudad. Ni más ni menos. ¿No acababan de traerme hacía pocas horas de aquella isla? Miré mi ropa, seguía siendo la misma que me había proporcionado aquella maravillosa chica que acabó muriendo para salvarme a mí. Estaba desgarrada y medio quemada. El accidente en el coche tampoco había sido un sueño. ¿Quién me buscaba de aquella manera? ¿Sería seguro dirigirme a mi propia casa?

No lo sabía, pero es lo que hice.

Una hora más tarde aparqué en las inmediaciones de mi hogar. Subí hasta mi planta y recogí la llave que siempre dejaba en el macetero de la entrada de la planta. No llevaba nada encima, ni mi cartera, ni forma de identificación, sólo aquellas 2 monedas de oro y la cadena que en su día me debió de salvar la vida. Pero estaba en casa.

Si me hubiera fijado antes, no hubiera hecho falta ni siquiera recoger la llave para entrar, era obvio que alguien había estado ya dentro, ya que estaba combada la zona de la cerradura. Sin embargo estaba cerrada. Abrí y entré. A mi derecha, encendí la luz.
No había nadie. Cerré la puerta tras de mí.

No había nada movido, ni tirado por el suelo, ningún cajón abierto, nada era como había imaginado justo antes de abrir, cuando pensaba que todo lo encontraría revuelto.

Seguía siendo mi casa. Un mensaje en el contestador no dejaba de parpadear. Pulsé el botón. Mientras escuchaba como mi jefe me preguntaba donde me había metido y que estaba despedido por no acudir a trabajar en tantos días -¿cuántos habría pasado?- vi un reflejo detrás de mí. Una sombra en el espejo que tenía justo delante de mis narices y que hizo que todos los pelos de mi cuerpo se pusieran de punta.

Me di la vuelta. Una sedosa dama vestida de rojo y negro, con unos ojos abiertos de par en par me apuntaba con un arma corta.
-¿Por qué no disparas?- la increpé, mientras colgaba el teléfono.
-Si no tuvieras algo que me interesa, ten por seguro que ya lo hubiera hecho.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

QUEREMOS MAS QUEREMOS MAS!!!!!!!
Mira que nos dejas siempre en un momento clave ¿eh?
Que jodío que eres jajaja
Un besuco
Te pero muxu :p

Anónimo dijo...

Me estoy enganchando a esto. para cuando la cuarta parte??

tximo dijo...

Jeje En una semana saldrá del horno la próxima parte...hasta entonces ¿quién será la chica de rojo y negro?

Anónimo dijo...

Vaya historia, esta supera con creces cualquiera de las del "Barco de vapor", donde vamos a parar!!!
Sigues siendo malo y no me des mas sustos.
En espera de una nueva gota, es decir una nueva entrega, un besote cibernetico.

Anónimo dijo...

La chica de rojo y negro es una pelandusca que quiere el collar que vale millones de euros.