19 de febrero de 2006

Tú nunca me fallarás

Recuerdo cuando nos conocimos… fue tan sorprendente….tu me mirabas extrañado, calculando cada centímetro de mi cuerpo, Luego poco a poco sentías la necesidad, cada día, de descubrir algo nuevo en mi. Y lo hacías, vaya si lo hacías… tanto que nadie me conoce mejor. Nadie es capaz de saber más de mí que tú.

Y yo de ti… he aprendido tanto. Pero tanto… ¿qué hubiera sido de mí sin tus consejos en los días tristes, en los momentos de debilidad, en los amaneceres oscuros de la vida?
Tu mano ha calentado la mía cuando la tenía fría de llamar a puertas que nunca abrían, tu frío ha apaciguado mis malos modales, mis enfados y han disipado mi ira.

Tu mirada me ha hecho miles de veces llorar, muchas de alegría y otras tantas de profunda tristeza en lo más hondo de mi ser. Tus palabras han sido sabias tantas veces y otras tantas han hecho que me equivocara y así aprendiera…

¡Tengo tanto que agradecerte y tanto que echar en cara!
Has pasado tantas noches en vela pensando en mi, y yo tantos momentos en ti. Has sido mi amigo, mi confidente, mi consejero, mi amante. Anda que no nos habremos masturbado veces juntos…y las que nos quedan… sólo disfruto contigo, porque los demás han sido siempre tan efímeros… que no han tenido casi valor.

¡Tengo tanto que echarte en cara y tanto que agradecer!
En el hospital nadie más que tú se quedaba conmigo noche y día. Tú calmabas mi dolor cuando lloraba de rabia y de impotencia. Tú estabas allí, tras mis bromas, tras mis libros, has sido mi inspiración.

Contigo me hundí y contigo he naufragado. Tú me enseñaste a nadar a contracorriente.

Y te echo de menos. Echo de menos estar contigo viendo la tele, cocinando, dando un paseo y disfrutando… toda la vida la pasábamos juntos. Y ahora te echo de menos.

Añoro tus calidas manos acariciándome en la cama, diciéndome que era el chico más guapo del universo, que debía quererme. Añoro tu cálido orgasmo sobre mi pecho cada noche, cuando sabía que me querías, que luchabas por mí, cuando me dabas tanta fuerza que podía sentirla en mi interior.

Tu me enseñaste y de mi aprendiste, nos apoyamos el uno en el otro cuando flojeábamos, tras los días de resaca que pasábamos juntos, llegaban los días de risas y de encuentro. Y allí estabas tú. Y tu sonrisa, y tus lágrimas, y tu brillo especial.
¿Por qué ya no me quieres? ¿Es que no ves que te necesito, que todo esto se hunde sin ti?

¿No ves que eres necesario?…Que sé que tú eres en quién debo confiar, aunque a veces no pueda.


Enséñame de nuevo, por favor, así no puedo vivir.

Porque sé que siempre, siempre te tendré ahí, hombre en el espejo.
Siempre.
Tú no me fallarás. Nunca.
Y ahora lo sé.
Tú me lo enseñaste, hace tanto tiempo… y hasta ahora no te escuché.

5 comentarios:

tximo dijo...

sé que soy yo mismo pero la primera impresión que me ha dado esta frase me ha conmovido de verdad... y quería que la tuviéseis también vosotros...

SGL - Q vaya genial!! dice:
no suelo leer, pero da gusto leer cosas q te muevan x dentro

Anónimo dijo...

¡Hey niño! He encontrado al fin tu blog, que lo tenía por ahí perdido en una carpeta que no era de los Favoritos... ¿Todo bien? Aparte de tener que pagar por aparcar el coche, claro... ;)

¡Un beso wapo! ^^

Anónimo dijo...

Ya sabes lo que opino de tu texto, para que escribirlo, mientras tu lo sepas eso ya me vale.

A cuidarse, besotes ciberneticos.

Anónimo dijo...

Es una de las cosas mas bonitas que he leido de ti jejeje
Me ha encantado y lo sabes :)
Y gracias a ti, a ver si encuentro al hombre del espejo, que no lo encuentro por ninguna parte jejeje
Un besote enorme
P.D: A ver cuando retomas la historia del precio de mi vida...que nos tienes en ascuas

Anónimo dijo...

¡Exacto! ser tu mismo el mas valorado es lo mejor del mundo y claro que el unico que pouede fallarte eres tu mismo, hasta el final!

Te lo curras muy bien. Beoss.