los odios macilentos
no necesitan siquiera existir
pero ahi los tenemos
extraños
recatados
hambrientos
para venir a por mi.
los monarcas nocturnos
nos enredan en sus patas.
calientes, callados,
apartados de la nada.
los odios engreidos
ni siquiera permanecen
oscuros, distantes,
cansados
de huir,
mis pies tristes.
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1 comentario:
Solo me gustaria comentar que aunque parece una tonteria el odio a veces, ayuda a estar en forma contra cosas indeseables de la vida y tranquilo por los piues cansados porque tarde o temprano sale callo.
Musus desde Muskiz.
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