4 de septiembre de 2006

Lucrecia la Impura

La Lucrecia es una mujer moderna, negra de piel pero blanca de alma, trabaja en un hospital liderado por racistas que la tienen en el punto de mira de todos los reproches.
Es enfermera y sacarse las oposiciones le costó sudor y lágrimas, a parte de cuatro polvos con cuatro viejos que la ayudaron desinteresadamente en su carrera.
 
La Lucrecia el otro día contaba a sus amigas en el bar de Teo que una loca granuda había apuñalado a una chica y por poco la mata en su propia casa, con el cuchillo que ella misma había llevado a la casa de la loca para que su familia comiera unas tortitas.
 
Afortunadamente la Pene había salido ilesa del ataque, sólo unos cortes en plena yugular y en la pepita del coño, pero por el resto estaba estupendamente después de estos días de recuperación.
A causa de su baja en el hospital la empresa basura que la tenía contratada la despidió gracias a los despidos procedentes mientas una se encuentra de baja laboral que el antiguo gobierno facilitó a las empresas.
 
La Lucrecia seguía sorprendida por la historia, y la daba miedo la gente de la ciudad porque en urgencias veía cosas que la alteraban no por los chorros de sangre ni los sesos fuera del cráneo de su posesor, sino por la crueldad de los actos macabros que realizaban las personas contras los demás.
 
La Lucrecia tenía un rollo con el camillero Sebastián, que tenía un pene muy largo y la golpeaba el final del chichi cuando fornicaban en el cuarto de la lavandería. Eso a ella le gustaba y le hacía recordar a su exnovio muhamed que la tenía también asi de larga pero más ennegrecida.
 
Lucrecia la Impura nunca se lavaba después de folletear, le encantaba estar marrana y oler a sexo todo el día. Usaba la leche de hombre como mascarilla y como aperitivo para los desayunos, sobre tostadas calientes.
 
Resulta que un día que estaba bajando las escaleras escuchó un cuchicheo en el piso de abajo, contaban que la vecina de arriba había apuñalado a la Pene. ¡Dios mio! pensó la Impura, la loca era su vecina, la hija de la Marisol. Esa misma niña que la dijo un día que la iba a arrancar la piel porque era negra y no tenia granos en el rostro.
Era hora de decirla la verdad. Lucrecia la Impura también era granuda, pero conseguía mantenerse joven como una bruja gracias a su secreto. Debía decirle cuanto antes a la loca de la Marisol que la leche de hombre era su elixir. Y así salvaría su oscura piel.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hay la madre que te parioooo!!!! Me encanta Lucrecia... por cierto hay que probar eso, que en su tiempo la veneno tb lo hacia, pero como en la carcel no tenia biberon asi se ha quedao de loca. Yo quiero saber el proceso de cambio de Marisol la granuda tio porfiii!!

Musus desde Muskiz. Pd: He llorado de la risa gracias jajajaja.