1 de septiembre de 2006

Penélope la triste y soñadora

La chica guapa del tercero izquierda se llama Penélope, pero le gusta que le llamen Pene.
Es una chica risueña, pero de semblante triste. Argentina de nacimiento, su acento se junta con el frenillo de la lengua y no hay Dios que la entienda cuando habla.
 
Pene es una idealista, trabaja de teleoperadora en una compañía telefónica donde la explotan y acaba rendida al cabo de día.
En su camino a casa suele encontrarse con Fermín, un chico dulce ya entrado en años para ella que vive dos pisos más arriba.
Llegan los dos a la misma hora a casa. Bueno, eso parece, pero la verdad es que Pene espera dentro del coche a que aparezca Fermín por la calle y entonces ella sale del vehículo y se pone a hablar con él.
 
Un día Fermín volvió mucho más tarde de lo habitual, recién duchado, despeinado y oliendo a limón. Ella tuvo que esperar pacientemente durante casi 3 horas y apenas pudo ver como Fermín corria escaleras arriba sin saludarla, pues debía llegar tarde a hacer la cena para Marisol y su hija deficiente.
 
Despechada y aturdida subió a casa y puso un programa del corazón mientras preparaba una ensalada de puerro y brócoli. Era sana y le gustaba comer bien. Se le ocurrió una idea y al día siguiente la puso en práctica.
 
El día siguiente preparó unas tortitas con nata y no esperó a Fermín en el coche, se fue directamente con ellas a casa de Marisol y le abrió la puerta la granuda de su hija. La madre estaba medio tonta y con los ojos llorosos en una esquina del sofá. Al ver las tortitas se puso contenta y empezó a hablar un poco con la Pene, que había conseguido su cometido.
 
Fermín llegó al poco rato, bienpeinado y asustado por la visita. La Marisol granuda no dejaba de mirar a la Pene y en la forma en como miraba el paquete de su deseado hermano.
 
Tuvieron un encuentro de alguna que otra palabra más que en el portal del edificio y al rato Pene optó por irse pues ya había estado el tiempo suficiente.
 
Comieron las tortitas y Fermín fregó la fuente y el tenedor y cuchillo trinchero que la vecina había dejado en su casa y decició que no quería subir pues sabía que la Pene le acosaría como de costumbre. Mandó a su hermana a devolverle la fuente.
 
La Marisol volvió tranquila, contenta y con las manos manchadas de sangre. Se acababa de cargar a la Pene con su propio cuchillo porque quería lamer el nabo de su hermano Fermín, el dichoso.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

AQUI NO HAY QUIEN VIVAAAA. Celos incestuosos, teleoperadoras tartajas, madres putones... YO QUIERO SEGUIR CONOCIENDO A LA ESCALERA HABER SI LE ECHAS HUEVOS A INVENTARTE ALGO MAS JEJEJE. AUPA EL TXIMO, EL MAS WAPO DE LOS MADRILES JEJEJE.

MUSUS DESDE MUSKIZ.

Carol dijo...

Joer tio... no teneis ascensor en el psiquiatrico????

Bsos so peligro XDDDDDD

Rafa Muñoz dijo...

joder macho, cómo me he quedao!