31 de agosto de 2006

Fermín el dichoso

Fermín era un contable pobre, ironías de la vida que vivía en un pueblo de la comunidad de Madrid, compartiendo casa con 3 perros y dos gatos, su madre anciana con un pie en la tumba y su hermana Marisol que era restrasada y tenía tantos granos en la cara como estrellas tiene la noche.
 
Fermín era acosado día y noche por Marisol, Marisol estaba deseosa de comer tallo porque sentía un escalofrio cada vez que Fermín se duchaba y ella ponía el ojo por el boquete que había en la puerta para verle masturbarse.
 
Marisol se llamaba como su madre, que la tuvo muy mayor ya que enviudó y una vez que salió de copas con las amigas celebrando el 50 cumpleaños, un estriper la devolvió el placer del sexo y la dejó preñada a su edad, la pobre.
Un espectáculo verla a sus cincuenta años con el bombo por la calle. Una vergüenza para el pueblo. Luego parió, se intentó suicidar tirándose a las vías del tren y lo único que consiguió fué que la locomotora le partiera un pié y le sacara la clavícula de su sitio. Luego el Alzheimer hizo el resto en unos años, los justos para ver que mientras se enloquecía, su hijo Fermín, el dichoso, cuidaba de su hermana bizca y granosa.
 
Fermín era feliz, tenía comics del capitán América por su habitación. A sus más de treinta años no tenía novia ni novio conocidos. Porque tenía un secreto.
 
La empresa en la que trabajaba se encontraba en el centro de la Capital de España, al lado de un pirulí.
Cuando salía cogía directamente el coche y se iba para casa.
Pero ayer no fué así. Le apetecía hacer algo diferente desde por la mañana. Se puso todo lo guapo que pudo, se acicaló al salir del trabajo y en vez de ir a casa directamente para preparar la comida de su madre y su hermana se fue a la sauna a comer nabos. El no sabía que era marica, pero las circunstancias le llevaron a ello.
 
Un compañero suyo de trabajo le dijo lo fácil que era tener sexo en esos sitios por unos seis euros, así que no corto no perezoso les dió atún del fino a los maricas que buscaban un buen tallo donde posar su lengua.
 
Salió horrorizado del lugar, diciendo que nunca jamás de los jamases volvería a pisar un sitio así, pero por la noche, antes de dormir y después de preparar la cena a su madre moribunda y a su hermana granuda se masturbó tres veces pensando en las bocas que había rellenado de leche por la tarde. Todo esto bajo la mirada de la Marisol, que detrás de la puerta se metía los dedos en el chichi mientras veía la verga de su hermano en formato vertical sobre la cama.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Ay joder! Entre Mariana la maltratada y este, vaya panorama me pones... no se que poner asi que...

Musus desde Muskiz.